SHIRLEY VILLALBA,
MISTIFICADORA DE LA PALABRA
Augusto Casola
No sé si es legítimo leer poesía y darle enfoque crítico, pues ella
proviene de la exaltación emocional encendida por una sucesión de
circunstancias inconscientes que culminan en el clímax indispensable de su
nacimiento, siempre traumático y no siempre feliz. El resultado es la suma de
los factores intrínsecos que conforman
la personalidad del poeta, su talento, su iluminación o su nous.
Una poesía, lo mismo que un cuadro o una escultura, impacta con
diferente intensidad, según sea la comunión establecida entre el creador y el
observador; es una relación subjetiva, espontánea, casi religiosa, donde el sentimiento,
presente durante la elaboración de la obra artística se expone, ante un otro
desconocido, como alegoría ya develada de su simbolismo y se apodera, se garra
con “sus uñas escasas, sus palmas duras” de lo incierto, para hacerse carne y
vida con el otro que, por esos extraños misterios rituales, se integra a la
identidad de la obra y pasa a formar parte de ella.
Al actuar de crítico, uno suele volverse renuente a la contemplación
simple y pura de la belleza y al pretender ser objetivo y consecuente, actúa de
un modo inopinado y se extravía con frecuencia, de manera inmisericorde, en una
erudición pretenciosa que esconde o, al menos, disimula la incapacidad del
comentarista por penetrar las entrañas de la poesía.
·
La obra poética de Shirley Villalba, es un juego de luces que combina la
feracidad de su palabra – a través de la cual busca interpretar la conciencia
oscura de su universo particular -, convirtiéndola en un secreto argumento que,
a través de ella, el hierofante, impulsa a lo inexistente, a existir.
En Penumbra hembra, la autora
parece querer comunicarse consigo misma
y, para ello, voluntaria o involuntariamente, recurre a la metáfora cuando
dice: Estoy aquí/contemplando a una
hormiga/ (…) cargando con el tiempo/ en forma de migas. O bien cuando
destaca en Lluvia, los sentimientos
que la envuelven en una fina capa de melancolía: Es esta una lluvia empapada de sequía/ lluvia de tristezas escondidas/con
goteras de algunas alegrías.
Avanza con pasos cuidadosos al
encuentro de cada palabra, no porque las tema, al contrario, en general se
muestra desafiante ante ella, dueña de esa altanería propia del aprendiz
consciente de su valer, conocedor del potencial guardado en su alma, pero
todavía preso de cierto pudor que lo retrotrae ante la posibilidad de develar
una sensualidad imprudente, temeroso de enfrentar la penumbra hembra de aire y piedra/ que suena su inocencia; de
flor y tierra/que sopla su tristeza; de fuego y fiera/ ahogadas en su esencia;
de agua y niebla/ que sangra su mirada.
Pero esa timidez no elude la fuerza de la palabra ni esconde el dolor
que como mujer, siente cuando observa cómo
Besada de infierno
ella amamanta la silicona
de su pecho
con la rutina callejera
de los cuerpos
y sus tacos aplanados
de inciertos
la llevan cada noche
a echarse otro paseo.
Es un poema duro y sin concesiones éste que escapa de la pluma de
Shirley Villalba con la misma facilidad con que lo hacen estos otros, en los
cuales la autora expresa su disconformidad con relación a la incertidumbre, al
anhelo insatisfecho por llenar los vacíos que enciende la duda, los celos y los
celos, la poesía.
Hay, siempre hay
cosas debajo de la piel.
Hay secretos de una noche,
otros de una vida.
Hay mentiras por mentir
y verdades por negar.
Hay y mucho más,
si sueñas y puedes despertar.
Pero estamos en el año 2005 y es el
primer libro que reúne los poemas de la poetisa. Es el inicio, es la pubertad
del verso que hace presumir el futuro. Pasa el tiempo y con él, la escultura de
vida que en cada uno se cincela, espera su momento de presentarse ante el mundo
con la fuerza de su desnudez, liberada de prejuicios, consciente de la madurez
que le autoriza a eliminar abrojos y lanzarse, ya segura de sí misma, segura de
su fuerza y su sensualidad, a la despiadada arena donde ha de lidiar con la
furia y la indiferencia, con la realidad inerte de un mundo sin emociones,
donde ha de, en fin, enfrentarse al monstruo devorador de la historia.
·
De ese recorrido, de esa voluntad
que triunfa sobre la materia y el tiempo, de allí nace el segundo libro de
Shirley Villalba, ya en el 2015, bien definido, concreto y contundente en su
expresión, en lucha contra lo que sea. Así nos entrega Animal marcado.
Inicia el poemario con un largo preludio que va del capítulo titulado Abreviaciones del sueño. Aforismos y
reflejos hasta Semblantes y siluetas.
Ficciones breves, en los cuales desarrolla una serie de aforismos y
sentencias que, técnicamente no pueden ser considerados como poemas, aunque sin
perder, por ello, el carácter substancial de la poesía, donde ensaya algunos
retruécanos felices, sin la plenitud que logra en los capítulos Sobre la carne es el tiempo. Poemas que
gotean y La nada haciendo formas de fuego. Poemas que llegan cantando.
Mi fascinación hacia la poesía de la
autora comenzó hace unos años, cuando me topeté, no recuerdo dónde, con este
poema que titula Aguacero de luna:
cuando sus manos mojan mi sombra
la humedad me traspasa
escribe en mi
sangre
un camino de luz
que se hace noche en mis venas
y me bautizo por fuera
y me baño por dentro
y me aguacero de luna
que se refuerza
ahora con éste otro Sabiduría de cántaro
asentado en el libro:
Arcillo mi sed
y me desnudo de agua
y me refresco de luz
y me sediento de bocas
y me bebo.
y con el mismo
estilo exclama en Encuentro:
enlábiame tu rostro en la boca
y deja que tu lengua me vea
y núblame la piel con tus besos
y encuéntrate conmigo
en mi sombra.
En este su segundo poemario, la autora se desprende de timideces y vuela
decidida a cruzar el mundo abierto a la metáfora, recurre a neologismos,
elabora su condición de mujer en un erotismo apenas manifiesto a través de los
poemas citados más arriba que, repentinamente adquieren audacia cuando dice: por eso apriétame de nuevo/contra tu noche/y mójame de bocas/ y
abandóname en la sal de tu sexo /(…)/que soñar después de ti es poca cosa o
cuando medita en La habitación: anoche pudo ser cualquier noche, pero fue
tu noche,/(…)/y llegaste así/ y también yo llegue/ y nos llegamos…/ será por
eso ¿qué todavía nos hemos ido?
A partir de Repujar la noche que sueña la herida. Poemas y viñetas, hasta Animal marcado. Ecos e intuiciones,
juega con un lenguaje metafórico donde el erotismo no es extraño pero va recubierto
tras un denso velo de palabras y juego de palabras, que sin duda, la autora
maneja muy bien y con mucha mesura, como lo comprueba el penúltimo poema del
libro Palabras de un perro que
pareciera resumir el conjunto de la obra de Shirley Villalba que, con este
poemario, alcanza un nuevo y muy elevado nivel dentro de su breve producción
poética conocida hasta ahora.
y de tanto correr me alcanzo
(…)
me husmeo
me huelo
(…)
y me desconozco tanto
¡tanto!
¿quién soy?, me pregunto
(…)
entonces
yo me atrapo
me acolmillo
y me muerdo una soga al cuello
y me llevo a casa como un perro
Para concluir, quisiera destacar la
muy cuidada edición de los dos poemarios de Shirley Villalba, al cuidado de Arandurã Editorial, lo que parecería
pueril, si no fuera porque muchas veces nos encontramos con ediciones donde
tras una hermosa fachada, se esconden errores groseros. En cambio, estos dos
poemarios, se pueden disfrutar a plenitud, tanto por su contenido como por su
parte formal.
MERIDIONAL Revista Chilena de Estudios Latinoamericanos
Número 6, abril 2016, 67-87
Después de la larga noche:
narrativa paraguaya contemporánea
Daniel Noemi
Voionmaa
Northeastern
University, Estados Unidos
d.noemivoinmaa@neu.edu
Un
modo muy diferente de hablar de la dictadura es el que nos presenta Segundo
horror (2001), de Augusto Casola. Una novela compleja, donde, como advierte
el prologuista, “se ha ido creando el relato a través de pensamientos
aparentemente sin hilar” y su final es “algo nihilista y absurdo” (9). En
efecto, al final notamos que todo el texto fue (o pudo haber sido) escrito por
Rolando o Rolo, el niño que aparece constantemente en el relato de la historia
de esta familia y de una revolución fracasada. El pasatiempo exclusivo del Rolo
niño es jugar con las hormigas en el jardín.
Ahora,
su juego no es inocente: “Más tarde comenzó Rolo la persecución despiadada que desembocó
en prisiones atiborradas, muertos, heridos y desaparecidos, lo que dio paso al
terror” (20); o más adelante, al hallar un pedazo de carne con cientos de
hormigas: “las roció con alcohol de quemar y les prendió fuego (…) hasta acabar
transformadas en pequeñas carbonillas” (155). El narrador continúa en el
párrafo siguiente: “Después de hacerlo se sentía más tranquilo. Las cárceles
estaban repletas, con prisioneros que soportaban una vida de tormentos, de
luchas sin sentido, obligadas a desplazarse sobre los cuerpos sin vida de sus
compañeras. Fue la peor época, porque nadie se sentía seguro y entrar a las prisiones
significaba la muerte” (155). ¿Se está hablando de las hormigas a las que Rolo
gusta torturar? Se hace evidente que las hormigas son algo más que las
hormigas; que Rolando representa a otro, que el sufrimiento de los insectos
es el que viven los habitantes de la “ciudad subterránea” de la que se apoderó
“un terror sordo y paralizante”. En este mundo, como en el otro, en el de los
humanos, hay algo superior al primer horror que es la muerte: “(…) mi segundo
horror y tal vez el más poderoso, es el miedo a seguir viviendo” (130). Así, en
su buscada polifonía y a ratos confusa narración, Segundo horror reflexiona
sobre la brutal violencia que ha vivido el país y los intentos de devolverle a
la vida su plenitud. La metáfora de las hormigas, no por su obviedad sino
gracias a ella, le otorga una terrible fuerza al relato y nos obliga a
reconocer que en esa infancia (también
metaforizada)
se hallan las raíces del horror presente.
***
Ritualidad y libertad poética
Lourdes
Talavera
“A vos”, se llama el libro de poemas de Augusto Casola cuyas motivaciones, en
palabras del poeta, son: la idea de mujer que comparte con el hombre, sueños, tristezas, y a veces hasta su
desvaríos como asimismo celebrar los cuarenta años de la publicación de su primer
poemario “27 silencios”, que reveló sus sentimientos y
emociones que fueron madurando y evolucionando en el trascurrir del tiempo.
Estudiosos de la literatura paraguaya, como Vicente Peiró Barco y Rudy
Torga aluden a Casola como un poeta existencialista. El existencialismo como
corriente literaria se fundamenta en el existencialismo filosófico cuyos
principales referentes son Jean Paul Sartre y Albert Camus. Sartre sostiene el
dualismo del ser, donde la apariencia y la esencia no son necesariamente proyección
una de la otra sino que están fusionadas en el ser. Por otro lado, Camus
expresa que el absurdo de la desubicación que siente el hombre en el mundo es
debido a las situaciones desagradables que le toca experimentar. La
temporalidad angustia al hombre porque lo ubica en el momento donde tiene que
reconocer que pertenece al tiempo, y a través del horror que se apodera de él,
lo reconoce como su enemigo. Para Sartre, la temporalidad se relaciona al
“otro”.
La tristeza, la angustia, la soledad, el vacío, la orfandad y el
desarraigo son elementos que caracterizan a esta corriente y el poeta deja que
la esencia se devele por medio de su lirica en su búsqueda de libertad y
reconocimiento propio. El poemario de Casola nos ofrece en cinco apartados sus poemas
que más allá de su factura formal son un recuento de la vida, celebran el amor
o el erotismo y de alguna manera son también una proclama libertaria, ante el
absurdo de la muerte, reivindicando el instante del placer y la comunión
humana.
Los ejes temáticos del poemario son el instante, el deseo, la mujer, el amor y la soledad, de ellos, se desprenden distintos episodios particulares. A lo largo del poemario puede encontrarse una oscilación entre el rapto extático y el desengaño amoroso. Se alternan distintos planos temporales y espaciales. También, un enjambre de dualidades, que busca reconciliarse: soledad-comunión, simetría-dispersión, amor -lujuria, instante-eternidad, norma-rebeldía, quietud-movimiento, reflexión-desvarío, razón-instinto, vigilia-ensueño. Pese a sus tonos ocasionales de angustia, tiene una vitalidad contagiosa que, frente al horror, el absurdo y el vacío que implica la finitud, erige los bálsamos de la poesía y el amor.
Todas las edades del mundo y todas las vivencias individuales
se aglutinan en un instante de comunión humana. El poemario es un buceo en la
soledad que vivimos, pero también involucra una invocación al amor, a la fusión
entre los amantes y a la trascendencia cósmica del acoplamiento entre dos
cuerpos que reproducen, en su enlace, el ritmo que gobierna el universo. Frente a la caducidad de la fecha concreta,
se erige la perpetuidad del acto amoroso.
“A
vos”, el
poemario de Casola constituye la inmersión del individuo contemporáneo en la
angustia de la soledad, y apuesta por el desafío a las convenciones, el amor y
hasta la lujuria. La poesía y el amor son perturbadores, porque desubican al
lenguaje y al sexo de su función práctica y los tornan, a la vez, gratuitos y
trascendentes; pero, sobre todo, porque cambian el sentido del tiempo. Tornarse atemporal y reivindicar el ritual de
la poesía y el éxtasis del placer se
transforman en un acto de libertad poética.
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