miércoles, 16 de noviembre de 2016

EL TEMPLO DE LAS 3 COLUMNAS




EL TEMPLO DE LAS 3 COLUMNAS

Augusto Casola

Si bien el tema de la masonería fue hartamente debatido, esta novela EL TEMPLO DE LAS 3 COLUMNAS (La leyenda masónica), goza de la originalidad de abordar el tema en forma novelada, lo cual, hasta donde alcanza mi conocimiento, la hace única en su género.
La novela busca desarrollar diversos temas de interés, tanto para quienes pertenecen a la institución  como para los que no, ya que los primeros, podrán descubrir un fresco inopinado del origen de los rituales conocidos, mientras que a los segundos, se les ofrece un libro de aventuras, con cierto discurrir filosófico, dentro del cual se mueven los personajes que afrontan, cada uno de ellos, su destino particular y adquieren, al desarrollarse la leyenda, la fuerza vital que tendrían en el momento de su ocurrencia, acompañando a los participantes de la acción, vueltos seres vivos, en lucha con su destino y el miedo, ese fantasma devorador que paraliza y subyuga y todo gracias a la magia de la masonería, pues la masonería es eso, magia en su más pura manifestación.
Pienso que la masonería, tal como debería ser, ya no existe.  Fue cambiada por un juego de abalorios, hasta adoptar el aspecto que ofrece en nuestros días, una telaraña de grupos excluyentes, poco fraternos, casi enemigos.
Sin embargo, la masonería es incluyente y en ella, todos los iniciados simbólicos tienen los mismos derechos y obligaciones, ya sea como aprendices ya como  Grandes Inspectores de la Orden, porque la superioridad no se encuentra en el mayor o menor grado que ostenten los miembros,  sino en su capacidad de comprensión y adecuación a las ideas que enseña la institución, siendo la conciencia personal de cada uno, el barómetro que identifica el verdadero nivel de iniciación alcanzado.
Dentro de las 434 páginas en que se desarrolla la novela, se distribuyen los cinco actos que van flanqueados por una Obertura y un Final. Ellos son: (1) Los 3 viajes de Iranabí;(2) Los hijos de la viuda; (3) Siete años y más; (4) El templo de las 3 columnas y (5) ¡Nekam! ¡Nekar! La idea fue darle el aspecto de una ópera, donde en cada uno de los actos se relatan, desde el particular punto de vista del autor, las alternativas que condujeron al constructor de templos, a ocupar un papel tan preponderante dentro del cuerpo masónico.
Como la masonería, en esencia, es la búsqueda del despertar de la conciencia, no debe extrañar que el objetivo principal de ella, sea la toma de conciencia de la propia maldad y asumirla sin artilugios, pero ante todo, es preciso establecer cuán dispuesto se está en avanzar por el sendero que conduce al descubrimiento de la verdad, porque ella, en todos los casos, es desagradable para quien la va develando, no porque descubra la realidad de los hechos, sino porque se descubre a sí mismo.
Pero como dije más arriba, la masonería es magia y a participar de esa magia es que invito a los lectores el próximo martes 6 de diciembre, a partir de las 19:45, en la Biblioteca Nacional, sito en De la Residenta c/Perú. S:.F:.U:.




Revista ESTUDIOS No.2, segunda etapa





COMENTARIOS

SHIRLEY VILLALBA, MISTIFICADORA DE LA PALABRA

          
Augusto Casola


No sé si es legítimo leer poesía y darle enfoque crítico, pues ella proviene de la exaltación emocional encendida por una sucesión de circunstancias inconscientes que culminan en el clímax indispensable de su nacimiento, siempre traumático y no siempre feliz. El resultado es la suma de los factores intrínsecos  que conforman la personalidad del poeta, su talento, su iluminación o su nous.
Una poesía, lo mismo que un cuadro o una escultura, impacta con diferente intensidad, según sea la comunión establecida entre el creador y el observador; es una relación subjetiva, espontánea, casi religiosa, donde el sentimiento, presente durante la elaboración de la obra artística se expone, ante un otro desconocido, como alegoría ya develada de su simbolismo y se apodera, se garra con “sus uñas escasas, sus palmas duras” de lo incierto, para hacerse carne y vida con el otro que, por esos extraños misterios rituales, se integra a la identidad de la obra y pasa a formar parte de ella.
Al actuar de crítico, uno suele volverse renuente a la contemplación simple y pura de la belleza y al pretender ser objetivo y consecuente, actúa de un modo inopinado y se extravía con frecuencia, de manera inmisericorde, en una erudición pretenciosa que esconde o, al menos, disimula la incapacidad del comentarista por penetrar las entrañas de la poesía.
·         
La obra poética de Shirley Villalba, es un juego de luces que combina la feracidad de su palabra – a través de la cual busca interpretar la conciencia oscura de su universo particular -, convirtiéndola en un secreto argumento que, a través de ella, el hierofante, impulsa a lo inexistente, a existir.
En Penumbra hembra, la autora parece querer comunicarse  consigo misma y, para ello, voluntaria o involuntariamente, recurre a la metáfora cuando dice: Estoy aquí/contemplando a una hormiga/ (…) cargando con el tiempo/ en forma de migas. O bien cuando destaca en Lluvia, los sentimientos que la envuelven en una fina capa de melancolía: Es esta una lluvia empapada de sequía/ lluvia de tristezas escondidas/con goteras de algunas alegrías.
   Avanza con pasos cuidadosos al encuentro de cada palabra, no porque las tema, al contrario, en general se muestra desafiante ante ella, dueña de esa altanería propia del aprendiz consciente de su valer, conocedor del potencial guardado en su alma, pero todavía preso de cierto pudor que lo retrotrae ante la posibilidad de develar una sensualidad imprudente, temeroso de enfrentar la penumbra hembra de aire y piedra/ que suena su inocencia; de flor y tierra/que sopla su tristeza; de fuego y fiera/ ahogadas en su esencia; de agua y niebla/ que sangra su mirada.     
Pero esa timidez no elude la fuerza de la palabra ni esconde el dolor que como mujer, siente cuando observa cómo

Besada de infierno
ella amamanta la silicona
de su pecho
con la rutina callejera
de los cuerpos
y sus tacos aplanados
de inciertos
la llevan cada noche
a echarse otro paseo.

Es un poema duro y sin concesiones éste que escapa de la pluma de Shirley Villalba con la misma facilidad con que lo hacen estos otros, en los cuales la autora expresa su disconformidad con relación a la incertidumbre, al anhelo insatisfecho por llenar los vacíos que enciende la duda, los celos y los celos, la poesía.

Hay, siempre hay
cosas debajo de la piel.

Hay secretos de una noche,
otros de una vida.

Hay mentiras por mentir
y verdades por negar.

Hay y mucho más,
si sueñas y puedes despertar.

            Pero estamos en el año 2005 y es el primer libro que reúne los poemas de la poetisa. Es el inicio, es la pubertad del verso que hace presumir el futuro. Pasa el tiempo y con él, la escultura de vida que en cada uno se cincela, espera su momento de presentarse ante el mundo con la fuerza de su desnudez, liberada de prejuicios, consciente de la madurez que le autoriza a eliminar abrojos y lanzarse, ya segura de sí misma, segura de su fuerza y su sensualidad, a la despiadada arena donde ha de lidiar con la furia y la indiferencia, con la realidad inerte de un mundo sin emociones, donde ha de, en fin, enfrentarse al monstruo devorador de la historia.
·         
            De ese recorrido, de esa voluntad que triunfa sobre la materia y el tiempo, de allí nace el segundo libro de Shirley Villalba, ya en el 2015, bien definido, concreto y contundente en su expresión, en lucha contra lo que sea. Así nos entrega Animal marcado.
            Inicia el poemario con un largo preludio que va del capítulo titulado Abreviaciones del sueño. Aforismos y reflejos hasta Semblantes y siluetas. Ficciones breves, en los cuales desarrolla una serie de aforismos y sentencias que, técnicamente no pueden ser considerados como poemas, aunque sin perder, por ello, el carácter substancial de la poesía, donde ensaya algunos retruécanos felices, sin la plenitud que logra en los capítulos Sobre la carne es el tiempo. Poemas que gotean y La nada haciendo formas de fuego. Poemas que llegan cantando.
            Mi fascinación hacia la poesía de la autora comenzó hace unos años, cuando me topeté, no recuerdo dónde, con este poema que titula Aguacero de luna:

cuando sus manos mojan mi sombra
la humedad me traspasa
 escribe en mi sangre
un camino de luz
que se hace noche en mis venas
y me bautizo por fuera
y me baño por dentro
y me aguacero de luna

que se refuerza ahora con éste otro Sabiduría de cántaro asentado en el libro:

Arcillo mi sed
y me desnudo de agua
y me refresco de luz
y me sediento de bocas
y me bebo.

y con el mismo estilo exclama en Encuentro:

enlábiame tu rostro en la boca
y deja que tu lengua me vea
y núblame la piel con tus besos
y encuéntrate conmigo
en mi sombra.

            En este su segundo poemario, la autora se desprende de timideces y vuela decidida a cruzar el mundo abierto a la metáfora, recurre a neologismos, elabora su condición de mujer en un erotismo apenas manifiesto a través de los poemas citados más arriba que, repentinamente adquieren audacia  cuando dice: por eso apriétame de nuevo/contra tu noche/y mójame de bocas/ y abandóname en la sal de tu sexo /(…)/que soñar después de ti es poca cosa o cuando medita en La habitación: anoche pudo ser cualquier noche, pero fue tu noche,/(…)/y llegaste así/ y también yo llegue/ y nos llegamos…/ será por eso ¿qué todavía nos hemos ido?
            A partir de Repujar la noche que sueña la herida. Poemas y viñetas, hasta Animal marcado. Ecos e intuiciones, juega con un lenguaje metafórico donde el erotismo no es extraño pero va recubierto tras un denso velo de palabras y juego de palabras, que sin duda, la autora maneja muy bien y con mucha mesura, como lo comprueba el penúltimo poema del libro Palabras de un perro que pareciera resumir el conjunto de la obra de Shirley Villalba que, con este poemario, alcanza un nuevo y muy elevado nivel dentro de su breve producción poética conocida hasta ahora.

y de tanto correr me alcanzo
(…)
me husmeo
me huelo
(…)
y me desconozco tanto
¡tanto!
¿quién soy?, me pregunto
(…)
entonces
yo me atrapo
me acolmillo
y me muerdo una soga al cuello

y me llevo a casa como un perro


            Para concluir, quisiera destacar la muy cuidada edición de los dos poemarios de Shirley Villalba, al cuidado de Arandurã Editorial, lo que parecería pueril, si no fuera porque muchas veces nos encontramos con ediciones donde tras una hermosa fachada, se esconden errores groseros. En cambio, estos dos poemarios, se pueden disfrutar a plenitud, tanto por su contenido como por su parte formal.





MERIDIONAL Revista Chilena de Estudios Latinoamericanos
Número 6, abril 2016, 67-87

Después de la larga noche: narrativa paraguaya contemporánea

Daniel Noemi Voionmaa
Northeastern University, Estados Unidos
d.noemivoinmaa@neu.edu


Un modo muy diferente de hablar de la dictadura es el que nos presenta Segundo horror (2001), de Augusto Casola. Una novela compleja, donde, como advierte el prologuista, “se ha ido creando el relato a través de pensamientos aparentemente sin hilar” y su final es “algo nihilista y absurdo” (9). En efecto, al final notamos que todo el texto fue (o pudo haber sido) escrito por Rolando o Rolo, el niño que aparece constantemente en el relato de la historia de esta familia y de una revolución fracasada. El pasatiempo exclusivo del Rolo niño es jugar con las hormigas en el jardín.

Ahora, su juego no es inocente: “Más tarde comenzó Rolo la persecución despiadada que desembocó en prisiones atiborradas, muertos, heridos y desaparecidos, lo que dio paso al terror” (20); o más adelante, al hallar un pedazo de carne con cientos de hormigas: “las roció con alcohol de quemar y les prendió fuego (…) hasta acabar transformadas en pequeñas carbonillas” (155). El narrador continúa en el párrafo siguiente: “Después de hacerlo se sentía más tranquilo. Las cárceles estaban repletas, con prisioneros que soportaban una vida de tormentos, de luchas sin sentido, obligadas a desplazarse sobre los cuerpos sin vida de sus compañeras. Fue la peor época, porque nadie se sentía seguro y entrar a las prisiones significaba la muerte” (155). ¿Se está hablando de las hormigas a las que Rolo gusta torturar? Se hace evidente que las hormigas son algo más que las hormigas; que Rolando representa a otro, que el sufrimiento de los insectos es el que viven los habitantes de la “ciudad subterránea” de la que se apoderó “un terror sordo y paralizante”. En este mundo, como en el otro, en el de los humanos, hay algo superior al primer horror que es la muerte: “(…) mi segundo horror y tal vez el más poderoso, es el miedo a seguir viviendo” (130). Así, en su buscada polifonía y a ratos confusa narración, Segundo horror reflexiona sobre la brutal violencia que ha vivido el país y los intentos de devolverle a la vida su plenitud. La metáfora de las hormigas, no por su obviedad sino gracias a ella, le otorga una terrible fuerza al relato y nos obliga a reconocer que en esa infancia (también
metaforizada) se hallan las raíces del horror presente.


***


Ritualidad  y libertad poética

Lourdes Talavera


“A vos”, se llama el libro de poemas de Augusto Casola cuyas motivaciones, en palabras del poeta, son: la idea de mujer que comparte con el hombre,  sueños, tristezas, y a veces hasta su desvaríos como asimismo celebrar los cuarenta años de la publicación de su primer poemario “27 silencios”,  que reveló sus sentimientos y emociones que fueron madurando y evolucionando en el trascurrir del tiempo.

Estudiosos de la literatura paraguaya, como Vicente Peiró Barco y Rudy Torga aluden a Casola como un poeta existencialista. El existencialismo como corriente literaria se fundamenta en el existencialismo filosófico cuyos principales referentes son Jean Paul Sartre y Albert Camus. Sartre sostiene el dualismo del ser, donde la apariencia y la esencia no son necesariamente proyección una de la otra sino que están fusionadas en el ser. Por otro lado, Camus expresa que el absurdo de la desubicación que siente el hombre en el mundo es debido a las situaciones desagradables que le toca experimentar. La temporalidad angustia al hombre porque lo ubica en el momento donde tiene que reconocer que pertenece al tiempo, y a través del horror que se apodera de él, lo reconoce como su enemigo. Para Sartre, la temporalidad se relaciona al “otro”.

La tristeza, la angustia, la soledad, el vacío, la orfandad y el desarraigo son elementos que caracterizan a esta corriente y el poeta deja que la esencia se devele por medio de su lirica en su búsqueda de libertad y reconocimiento propio. El poemario de Casola nos ofrece en cinco apartados sus poemas que más allá de su factura formal son un recuento de la vida, celebran el amor o el erotismo y de alguna manera son también una proclama libertaria, ante el absurdo de la muerte, reivindicando el instante del placer y la comunión humana.

Los ejes temáticos del poemario son el instante, el deseo, la mujer, el amor y la soledad, de ellos, se desprenden distintos episodios particulares. A lo largo del poemario puede encontrarse una oscilación entre el rapto extático y el desengaño amoroso. Se alternan distintos planos temporales y espaciales. También, un enjambre de dualidades, que busca reconciliarse: soledad-comunión, simetría-dispersión, amor -lujuria, instante-eternidad, norma-rebeldía, quietud-movimiento, reflexión-desvarío, razón-instinto, vigilia-ensueño. Pese a sus tonos ocasionales de angustia, tiene una vitalidad contagiosa que, frente al horror, el absurdo y el vacío que implica la finitud, erige los bálsamos de la poesía y el amor.

Todas las edades del mundo y todas las vivencias individuales se aglutinan en un instante de comunión humana. El poemario es un buceo en la soledad que vivimos, pero también involucra una invocación al amor, a la fusión entre los amantes y a la trascendencia cósmica del acoplamiento entre dos cuerpos que reproducen, en su enlace, el ritmo que gobierna el universo.  Frente a la caducidad de la fecha concreta, se erige la perpetuidad del acto amoroso.
“A vos”, el poemario de Casola constituye la inmersión del individuo contemporáneo en la angustia de la soledad, y apuesta por el desafío a las convenciones, el amor y hasta la lujuria. La poesía y el amor son perturbadores, porque desubican al lenguaje y al sexo de su función práctica y los tornan, a la vez, gratuitos y trascendentes; pero, sobre todo, porque cambian el sentido del tiempo.  Tornarse atemporal y reivindicar el ritual de la poesía y el éxtasis del placer  se transforman en un acto de libertad poética.